
lunes, 24 de septiembre de 2007
Don´t Leave Me Dry

miércoles, 13 de junio de 2007
martes, 22 de mayo de 2007
de Picasso hasta Jhonny Depp

Se asegura que la absenta fue inventada en 1792, en Suiza, por Pierre Ordinaire, un médico que había huido de la Revolución francesa. Elaborada con una mezcla destilada de anís y ajenjo, era conocida como 'el hada verde', y sus peculiares efectos se debían a la tuyona, un alcaloide psicoactivo, contenida en el ajenjo.
lunes, 16 de abril de 2007
Artìculo de La Razón

Las letras, la pintura y la música tuvieron de protagonista al ajenjo. El verde maldito no tuvo límites y se introdujo, inclusive, en la Biblia: “El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo” (Apocalipsis 8, 10-11).
El hada verde en Chuquisaca Bajo la influencia gala, la Academia de la Mala Lengua se vio envuelta en los sabores del ajenjo durante sus tertulias de siglo XX. Estos literatos, historiadores, sociólogos y músicos chuquisaqueños —conviene aclarar— no heredaron la fama de malditos de los poetas franceses que seguían el vuelo del hada verde, con la que se emparenta a la absenta por obra y gracia de la alucinación.
Un ex miembro de la Academia de la Mala Lengua, el escritor Luis Ríos Quiroga, explica el lazo cultural de antaño con toque socarrón: “En los bailes de la plutocracia en el castillo de La Glorieta, pese a estar a orillas del (río) Quirpinchaca (donde van las aguas servidas de Sucre), se imaginaban seguramente estar a orillas del Sena, con grandes bailes de miriñaque. Entre valses de Strauss, seguramente aparte de champaña, se sirvió ajenjo al estilo francés”.
Aclara que la bohemia sucrense acostumbraba tomar el ajenjo sólo en ocasiones especiales. “Sabíamos que era una bebida que, abusando de ella, nos perturbaría un poco la cabeza. Sin embargo, era muy estomacal, tenía el sabor de anís, de la cola de mono y era color verde mar, nada fuerte, de sabor dulzón pero trepador. Se tomaba sorbo a sorbo; ningún seco”.
En su salón Luis XV (“oasis donde dábamos rienda suelta a nuestras ideas, a nuestros sueños”), desde el sillón donde se sentaba Gunnar Mendoza, ex director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Ríos Quiroga recuerda a los miembros de la Academia: Carlos Morales y Ugarte, Hugo Poppe Entrambasaguas, Gonzalo y Ramiro Gantier, Carlos Condarco, Agar Peñaranda, Fidel Torricos Cors, Mariano Arrieta, entre otros, a los que ocasionalmente se sumaba Matilde Casazola.
Degustaban el ajenjo con agua, como también hoy se sirve en los bares bolivianos. Hay dos formas usuales de beberlo: una, puro y de un solo trago, en vaso dedal acompañado de otro mayor con agua, para calmar el sabor amargo y el fuego que enciende el alcohol a su paso por la garganta. La otra, en un vaso largo y con hielo, luego de servirlo con una medida de tres cuartos y agua a goteo; esta forma —lenta y estética— provoca una reacción química que pinta a la bebida de un color blanco opalino.
Pero esto no debería ser así, según la propietaria del Salfari, Khatya de Moscoso. Para ella, la mezcla “inhibe el efecto” de la bebida. Tomianovic, en cambio, defiende esta forma, suavizada, que deja en la boca un agradable gustillo a anisete. Moscoso dice que el ajenjo sólo es para mayores de 21 años y piensa que la gran demanda se debe a las ansias de vivir la experiencia. En internet se cuentan miles de historias sobre el hada verde y su poder de seducción; por ejemplo, que en las postrimerías de 1800 “desencadenó olas de borrachera en Europa”. En esos tiempos, a la absenta le atribuyeron poderes alucinógenos y hasta asesinatos; sus detractores la vincularon con el demonio y propagaron que, consumiéndola, uno se vuelve tuberculoso, loco o paralítico. Estas y otras noticias llevaron a las autoridades del Viejo Mundo a prohibir su venta en 1915. Por ese afán humano de desobedecer la orden de no comer el fruto del árbol prohibido, la veda alentó la comercialización de la absenta y el último hálito verde nunca llegó.
martes, 27 de marzo de 2007
El misterio verde

Un halo de misterio (verde, por supuesto, tiene que ser) abraza al ajenjo aún en nuestros días. En 1890, su momento de auge, el hada verde, bebida sensual y demoníaca, desencadenó olas de borrachera en Europa. Fue la musa inspiradora de los poetas malditos y de artistas atormentados en general. Se le atribuyeron poderes alucinógenos y hasta asesinatos. No podía terminar de otra manera: a partir de 1910, una ola de prohibición ahogó los vapores verdes del mentado licor. Pero en rigor, el ajenjo es una planta aromática, artemisia absinthium se llama, a la que le descubrieron primero facultades medicinales y luego, concatenación mágica de la historia, terminó convirtiéndose en la bebida más espirituosa entre todas. De su nombre científico el licor heredó su identidad en francés, absinthe, luego legada al inglés.
Por fortuna para los que habitamos el mundo por estos días, después de largas décadas de ausencia y prohibición, un joven resurgir, de no mucho más de cinco años, se produjo de la mano de una francesa Marie-Claude Delahaye's. Pero no es nada fácil, el ajenjo se sabe hacer desear y no se deja encontrar de buenas a primeras. Muchos nos topamos con buscadores empedernidos de ajenjo, que avanzan en una búsqueda infructuosa. Eso sí, quienes comiencen a interesarse por el encriptado universo del ajenjo, deberán tomar muy enserio un dato fundamental: tiene un 70 por ciento de graduación alcohólica.
Brebaje alucinado
"Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, se ven cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir", supo escribir Oscar Wilde. Se le atribuyen al licor muchas historias famosas. Por ejemplo, se dijo que la oreja que Van Gogh se cortó fue producto de su excesiva ingesta de licor de ajenjo.
Por María Farber. De la redacción de Clarín
Info Básica

Descripción: Planta conocida desde tiempos remotos por los egipcios, transmitida después a los griegos, el Ajenjo ha sido llamado "madre de todas las hierbas", dadas sus múltiples aplicaciones curativas.
Es una planta de raíces perennes, de tallo firme, frondoso, hasta algunas veces leñoso; las hojas son de color blanquecino de ambos lados.
El principio activo principal es la absintina, sustancia muy amarga con la que se preparan bebidas comerciales, tales como el vermouth. Fue muy utilizada por los poetas románticos del siglo pasado (Rimbaud, Verlaine), quienes se embriagaban con Absinthe para experimentar las alucinaciones que causa el exceso d