jueves, 3 de abril de 2008
lunes, 24 de septiembre de 2007
Don´t Leave Me Dry
Queremos disculparnos con todos aquellos que están sufriendo de la escasés de ajenjo de las ultimas semanas...como la mayoría se podrá imaginar, nos resulta sumamente difícil hacer llegar producto desde Sucre debido a los conflictos políticos ( bloqueos, marchas, etc.) sin embargo esperamos volver a la normalidad dentro de 2 semanas...muchas gracias por la paciencia (especialmente Angel de Brasil y Guille de Argentina) y como decía Andy Warhole:
" A veces sólo la idea de esperar lo hace más excitante"
miércoles, 13 de junio de 2007
martes, 22 de mayo de 2007
de Picasso hasta Jhonny Depp
'La bebedora de absenta', de Picasso (1901). Al parecer, inspiró a artistas y escritores como Pablo Picasso, Edgar Allan Poe y Ernest Hemingway. Incluso se dice que Vincent van Gogh se cortó la oreja después de tomarla. Pero en Suiza,, ese aguardiente que 'pega' de un modo tan especial ha sido una especie de vergüenza hasta el 2 de febrero de 2005. El país que inventó la absenta o licor de ajenjo y más adelante vetó su consumo ha decidido volver a aceptar la bebida casi un siglo después de que fuera prohibida por sus propiedades alucinógenas. La Cámara Alta suiza, el Consejo de Estado, ha dicho que no hay motivos para mantener la prohibición, y la absenta volverá a ser legal a partir del 1 de marzo.
Se asegura que la absenta fue inventada en 1792, en Suiza, por Pierre Ordinaire, un médico que había huido de la Revolución francesa. Elaborada con una mezcla destilada de anís y ajenjo, era conocida como 'el hada verde', y sus peculiares efectos se debían a la tuyona, un alcaloide psicoactivo, contenida en el ajenjo.
Se asegura que la absenta fue inventada en 1792, en Suiza, por Pierre Ordinaire, un médico que había huido de la Revolución francesa. Elaborada con una mezcla destilada de anís y ajenjo, era conocida como 'el hada verde', y sus peculiares efectos se debían a la tuyona, un alcaloide psicoactivo, contenida en el ajenjo.
lunes, 16 de abril de 2007
Artìculo de La Razón
El hada verde sobrevuela Bolivia
Texto: Óscar Díaz Arnau / Miguel Vargas Saldías Revista Escape
La bebida alcohólica que es producto del macerado de la planta de ajenjo sedujo a los poetas malditos de fines del siglo XIX. A ella se le achacaron poderes alucinógenos y hasta asesinatos. Fue prohibida en Europa, pero nunca dejó de consumirse. Actualmente está de moda en Bolivia: se propagó hacia varios departamentos desde Sucre, la ciudad de los \'locos\'.
Esta descentralización de la propiedad de la locura se explica por los extraños poderes de la planta de ajenjo, color verde inofensivo, verde hechicera. Quién diría que la locura podría incubarse, sembrarse, macerarse por seis meses, saborearse y hasta exportarse. En rigor, el ajenjo —tal como se conoce en Bolivia al licor de esta planta— se mezcla con otras hierbas, pero el resultado es una pócima cuyos secretos se guardan bajo siete llaves hace más de 100 años.
La planta estuvo siempre confinada al ámbito casero: nunca pasó del ombligo del patio o del jardín; y, con el paso del tiempo, se ha ido perdiendo. A José Iván Tomianovic, cuyos padres fueron pioneros en el cultivo y preparado del ajenjo en Sucre, le sobreviven pocas ramas en la calle Camargo. La absenta es una bebida de elevado contenido alcohólico (entre 70 y 89,9 grados), que alentó la genialidad de un puñado de artistas europeos.
Se le llamó Artemisia absinthium, por la diosa griega de la castidad que recibió favores de la embelesadora infusión, motivo por el cual le regaló su nombre. Se dice que el hechizo del destilado y el macerado de ajenjo volvió locos —en el sentido sucrense de la palabra— a artistas de la talla de Baudelaire, Verlaine, Wilde, Hemingway, Poe, Jack London, Manet, Rimbaud, Degas, Van Gogh, Picasso... y la lista continúa. Óscar Wilde hizo célebre esta frase:
“Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve cosas que no existen. Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir”.
Las letras, la pintura y la música tuvieron de protagonista al ajenjo. El verde maldito no tuvo límites y se introdujo, inclusive, en la Biblia: “El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo” (Apocalipsis 8, 10-11).
El hada verde en Chuquisaca Bajo la influencia gala, la Academia de la Mala Lengua se vio envuelta en los sabores del ajenjo durante sus tertulias de siglo XX. Estos literatos, historiadores, sociólogos y músicos chuquisaqueños —conviene aclarar— no heredaron la fama de malditos de los poetas franceses que seguían el vuelo del hada verde, con la que se emparenta a la absenta por obra y gracia de la alucinación.
Un ex miembro de la Academia de la Mala Lengua, el escritor Luis Ríos Quiroga, explica el lazo cultural de antaño con toque socarrón: “En los bailes de la plutocracia en el castillo de La Glorieta, pese a estar a orillas del (río) Quirpinchaca (donde van las aguas servidas de Sucre), se imaginaban seguramente estar a orillas del Sena, con grandes bailes de miriñaque. Entre valses de Strauss, seguramente aparte de champaña, se sirvió ajenjo al estilo francés”.
Aclara que la bohemia sucrense acostumbraba tomar el ajenjo sólo en ocasiones especiales. “Sabíamos que era una bebida que, abusando de ella, nos perturbaría un poco la cabeza. Sin embargo, era muy estomacal, tenía el sabor de anís, de la cola de mono y era color verde mar, nada fuerte, de sabor dulzón pero trepador. Se tomaba sorbo a sorbo; ningún seco”.
En su salón Luis XV (“oasis donde dábamos rienda suelta a nuestras ideas, a nuestros sueños”), desde el sillón donde se sentaba Gunnar Mendoza, ex director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Ríos Quiroga recuerda a los miembros de la Academia: Carlos Morales y Ugarte, Hugo Poppe Entrambasaguas, Gonzalo y Ramiro Gantier, Carlos Condarco, Agar Peñaranda, Fidel Torricos Cors, Mariano Arrieta, entre otros, a los que ocasionalmente se sumaba Matilde Casazola.
Degustaban el ajenjo con agua, como también hoy se sirve en los bares bolivianos. Hay dos formas usuales de beberlo: una, puro y de un solo trago, en vaso dedal acompañado de otro mayor con agua, para calmar el sabor amargo y el fuego que enciende el alcohol a su paso por la garganta. La otra, en un vaso largo y con hielo, luego de servirlo con una medida de tres cuartos y agua a goteo; esta forma —lenta y estética— provoca una reacción química que pinta a la bebida de un color blanco opalino.
Pero esto no debería ser así, según la propietaria del Salfari, Khatya de Moscoso. Para ella, la mezcla “inhibe el efecto” de la bebida. Tomianovic, en cambio, defiende esta forma, suavizada, que deja en la boca un agradable gustillo a anisete. Moscoso dice que el ajenjo sólo es para mayores de 21 años y piensa que la gran demanda se debe a las ansias de vivir la experiencia. En internet se cuentan miles de historias sobre el hada verde y su poder de seducción; por ejemplo, que en las postrimerías de 1800 “desencadenó olas de borrachera en Europa”. En esos tiempos, a la absenta le atribuyeron poderes alucinógenos y hasta asesinatos; sus detractores la vincularon con el demonio y propagaron que, consumiéndola, uno se vuelve tuberculoso, loco o paralítico. Estas y otras noticias llevaron a las autoridades del Viejo Mundo a prohibir su venta en 1915. Por ese afán humano de desobedecer la orden de no comer el fruto del árbol prohibido, la veda alentó la comercialización de la absenta y el último hálito verde nunca llegó.
VERDEVER para creer...
martes, 27 de marzo de 2007
El misterio verde
Un halo de misterio (verde, por supuesto, tiene que ser) abraza al ajenjo aún en nuestros días. En 1890, su momento de auge, el hada verde, bebida sensual y demoníaca, desencadenó olas de borrachera en Europa. Fue la musa inspiradora de los poetas malditos y de artistas atormentados en general. Se le atribuyeron poderes alucinógenos y hasta asesinatos. No podía terminar de otra manera: a partir de 1910, una ola de prohibición ahogó los vapores verdes del mentado licor. Pero en rigor, el ajenjo es una planta aromática, artemisia absinthium se llama, a la que le descubrieron primero facultades medicinales y luego, concatenación mágica de la historia, terminó convirtiéndose en la bebida más espirituosa entre todas. De su nombre científico el licor heredó su identidad en francés, absinthe, luego legada al inglés.
Por fortuna para los que habitamos el mundo por estos días, después de largas décadas de ausencia y prohibición, un joven resurgir, de no mucho más de cinco años, se produjo de la mano de una francesa Marie-Claude Delahaye's. Pero no es nada fácil, el ajenjo se sabe hacer desear y no se deja encontrar de buenas a primeras. Muchos nos topamos con buscadores empedernidos de ajenjo, que avanzan en una búsqueda infructuosa. Eso sí, quienes comiencen a interesarse por el encriptado universo del ajenjo, deberán tomar muy enserio un dato fundamental: tiene un 70 por ciento de graduación alcohólica.
Brebaje alucinado
"Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, se ven cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir", supo escribir Oscar Wilde. Se le atribuyen al licor muchas historias famosas. Por ejemplo, se dijo que la oreja que Van Gogh se cortó fue producto de su excesiva ingesta de licor de ajenjo.
Por María Farber. De la redacción de Clarín
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